El 52% de los consumidores de belleza se preocupa por el medioambiente. De esta idea nace el binomio de belleza y conciencia, dando paso a la cosmética consciente. ¿Qué es y cómo practicarla?
El término se refiere a un uso de productos de origen biológico –como casi todos— pero sin aditivos químicos, que respetan la naturaleza de la piel sin dañar el medioambiente: no son contaminantes ni están testeados con animales. Forman parte, en otras palabras, del consumo sostenible.
¿Te ha pasado que compras algún producto de belleza, y cuando lo aplicas, tu piel comienza a tener reacciones inusuales? Esto suele ser resultado de que el producto cuenta con químicos (como los parabenos) que pueden generar alergias.
También es es frecuente encontrarnos con productos que tienen un efecto inmediato, pero no perdurable, ya que están constituidos por químicos de efecto temporal.
Un ejemplo es el petrolatum, un derivado del petróleo, presente en cremas faciales, entre otros productos, y que crea una película sobre la piel, dando la impresión de hidratación profunda, que se desvanece en cuanto lo retiras.
Por supuesto, el petrolatum, así como algunas partículas que se utilizan para fabricar exfoliantes, tienen un impacto en la contaminación ambiental.
Comencemos a desarrollar una cosmética consciente
Más allá del tema de la fabricación de productos ambientalmente responsables. Por el contrario, también tiene que ver con nuestro consumo responsable de ellos. El consumo consciente de la cosmética parte de utilizar lo necesario. Priorizar la calidad a la cantidad y aprovechar lo que ya tenemos antes de adquirir productos nuevos y de descubrir aquellos que nos beneficiarán.
La belleza consciente, además, va más allá de los productos que usamos: tiene que ver con el hecho de entender en primer lugar que somos un todo, que nuestros cinco sentidos importan y que nuestro exterior reflejará nuestro interior: desde nuestra alimentación, hasta nuestro estado de ánimo, postura y mucho más.
Te dejamos algunos tips para que comiences a formar parte de la cosmética y la belleza consciente:
- Hacer détox de los productos de higiene y cosméticos que tienen sustancias potencialmente perjudiciales entre sus ingredientes.
- Reflexionar qué necesitamos de verdad. Es decir, no lo que la industria desea vendernos a través de sus anuncios, sino lo que en realidad necesitamos.
- Optar por productos multitarea. Por ejemplo, un shampoo-acondicionador.
- Trasladarnos de los hábitos de consumo convencionales a los que nos acostumbró la industria, al consumo ecológico o natural.
- Disfrutar la transición sin dramas, con sentido del humor y aprendiendo del proceso.
Recuerda que al cambiar de productos, la piel y el cabello pasan por un «periodo de adaptación» en el que no se ven los resultados hasta pasadas unas semanas, ¡pero todo vale la pena!